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martes, 21 de mayo de 2013

"EL TIEMPO" ES UNO DE LOS CONCEPTOS QUE SE ESTÁ UTILIZANDO PARA ACABAR CON LAS MENINAS.

ACABANDO CON LAS MENINAS


LA DURACIÓN (TIEMPO) ES LA CREACIÓN MISMA.
EL SER HUMANO DURA "JUSTAMENTE PORQUE ELABORA SIN CESAR LO NUEVO Y PORQUE NO HAY ELABORACIÓN SIN BÚSQUEDA, NI BÚSQUEDA SIN TANTEAMIENTO.
LA DURACIÓN (TIEMPO) ES "EVOLUCIÓN CREADORA" Y EN CUANTO TAL, CREADORA DE LO NUEVO Y DE SU PROPIA POSIBILIDAD.
HENRI BERGSON

DEDICADO A TOMÁS GRIS








viernes, 3 de mayo de 2013

MAGNÍFICO TEXTO EXPLICATIVO DE LA ESENCIA DEL PROYECTO


BORRANDO LAS MENINAS

Entrar en la sala de las Meninas no es para estar viendo engaños sino para entrar más dentro en la espesura de tantas geometrías hasta el fondo, las puertas de la luz ensombreciendo e iluminado. Allí la noción del tiempo se desvanece en la oscuridad y el quietismo como una invitación al retorno del origen.
Velázquez emborrona el lienzo, lo desdibuja antes de comenzarlo, consciente de que la definición final nace de la inmovilidad del instante. El carácter embrionario de su obra, en su concepción, estará abocado a un despertar claro-oscuro, a un misterio penetrable.
El hecho de que Aureo se haya metido en la piel de Velázquez y abandone la mirada profunda de la superficie para sumergirse en el abismo del cuadro de las Meninas, es un acierto que guía la mirada del espectador para ennoblecerla, desde la penuria abstracta de los comienzos. Por eso, la primera vez que visité las Meninas, vi más sombras que luces y tras su restauración me confirmé en el mismo asombro. Quizás lo más luminoso y engañoso sea una puesta en escena. De ahí la intuición creativa de Aureo de borrarlas, la necesidad de retorno a los orígenes y ocupar el espacio del Velázquez atemporal. No es prejuicio la decisión de Aureo, acercarse al caos inicial, a la búsqueda del orden, hablar por boca de Velázquez: un lenguaje nuevo, borrar para comprender, abstraer para posteriormente figurar, dar con la sombra de sí mismo, hacer que el aspecto serio deslumbre menos que el lúdico. La clave, para Aureo, que abre la puerta de la ironía velazqueña, ya ennoblecido, abunda en que lo importante es lo que no se ve, lo que nos aleja de nuestra habitual mirada, la metáfora pictórica que nos lleva a mirar, admirar, lo que no se ve. Borrar para verlas, sabia pedagogía de la mirada, verlas haciéndose.
Lo importante, de la lectura de las Meninas, es la evocación continuada de la reflexión, porque es un cuadro que se contradice a sí mismo. Si, por un lado, la mirada adquiere un alto grado de exactitud espacial, por otro, Velázquez ejecuta al tiempo, lo paraliza, lo desvanece, es una instantánea que pierde la memoria del tiempo, lo distorsiona, hay un intento de refracción. Velázquez borra lo que ve mientras pinta lo que no se ve, no es pintor de la realeza y su séquito, es pintor de sí mismo: retrata el retratar sin mover la pupila.
Sin duda el ingenuo visitante será, fácilmente, refractario de su comprensión.
En conclusión, el íntimo propósito de Aureo, de borrar el pigmento de las Meninas, producirá efectos imborrables a las avisadas miradas.
En las meninas está la biografía de Velázquez, pero como arte, olvidándola.